Fiesta de disfraces
Una fiesta de disfraces es una
fiesta en la que se ha solicitado a los asistentes que acudan total o
parcialmente disfrazados. En algunas ocasiones, el anfitrión establece las
directrices del tipo de disfraz que se debe llevar en términos de color,
temática, partes del cuerpo a cubrir, etc.
Las fiestas de disfraces constituyen
una de las modalidades de fiesta más originales y divertidas que se puede
plantear. A los alicientes habituales y a la diversión inherente a todo
festejo, en éstas hay que añadir la emoción del preparativo del disfraz, así
como la superación de la sensación inicial de ridículo
que se produce en los invitados.
En algunas culturas, está
institucionalizada la fiesta de disfraces en determinadas fechas del año: carnaval,
halloween,
día de los inocentes, etc. Las despedidas de soltero o los cotillones
de fin de año también resultan ocasiones propicias para el uso de disfraces.
Organización
Antes
de organizar una fiesta de disfraces, es conveniente asegurarse de que los
potenciales asistentes tienen ilusión por atenderla y de que todos ellos pueden
conseguir un disfraz sin demasiado esfuerzo. En zonas con arraigada tradición
carnavalesca, no se encontrará demasiada resistencia entre los invitados. Sin
embargo, en otras localidades y entre personas no habituadas, es necesario un
gran deseo de diversión para acceder a vestirse de manera extravagante.
Hay
que tener en cuenta que este tipo de celebraciones exigen mucho mayor esfuerzo
al invitado, ya sea económico (si tienen que comprar o alquilar el traje) o
físico (si deciden elaborarlo ellos mismos). A ello, hay que añadir el pudor
asociado a salir y entrar de su domicilio de una guisa muy particular, que no
todo el mundo asume.
Una
vez realizado el sondeo entre los invitados, y para darle mayor formalidad, se
puede confirmar la asistencia con una tarjeta personal enviada por correo. Para ello, se pueden comprar
unas cartulinas de colores y cortarlas en pequeño formato. Luego, se fabrica
una plantilla con el texto a imprimir. Con la ayuda del ordenador o de algún recorte de prensa,
se añade un dibujo alusivo a los disfraces en la parte superior de la misma:
unas máscaras de carnaval, un arlequín, el retrato de El zorro, etc. A continuación, se
escribe un texto imaginativo y entusiasta que no deje lugar a dudas sobre la
obligatoriedad de vestir disfraz para acudir a la fiesta. Si no se quiere
invertir tanto esfuerzo, también se puede valorar el envío de las invitaciones
por correo electrónico.
La
decoración
de la sala también es un elemento importante en la fiesta. Tanto la iluminación
como los objetos decorativos deben tener relación con la temática del evento. A
ser posible, también la música y la comida tienen que tener algún vínculo con
el mismo para introducir a los asistentes en un ambiente propicio al
entretenimiento.
Si
se quiere realizar un completo reportaje
gráfico de las
elecciones de los invitados, el mejor momento para disparar la cámara es a su
llegada. En ese instante es posible captar los disfraces en todo su esplendor,
cosa que no ocurrirá seguramente unas horas más tarde. Es recomendable reservar
algo de espacio en la memoria de la cámara o mejor aún, alguna memoria de 4 u 8
gigabytes
, para tomar todo tipo de escenas espontáneas que puedan surgir durante la
fiesta.
Modalidades de fiestas de disfraces
Estas
son las modalidades más habituales de fiestas de disfraces:
Fiesta de disfraz colectivo
Si
el número de invitados lo permite, puede ser interesante organizar una fiesta
de disfraces en grupo. Su elemento característico reside en que todos los
invitados deben unirse en grupos y disfrazarse, sin excepción, de un tema
común. Esto no quiere decir que todos sus miembros deban vestirse exactamente
igual, al estilo de las murgas
gaditanas. La intención es que formen un cuadro único dentro del cual todos
tengan su sitio.
Por
ejemplo, si un grupo decide acudir con el tema de romanos, no
necesariamente tienen que ponerse todas unas túnicas blancas y adornarse la
cabeza con una corona de laurel. Más bien, al contrario, unos
pueden hacer de patricios, otros, de plebeyos, algunos de legionarios, etc.
Una
vez avanzada la fiesta y cuando todo el mundo haya admirado ya sus respectivas
galas, se hace hueco en la sala y se pide a los grupos que representen una
pequeña escena
que tenga relación con el disfraz escogido. Es muy conveniente haberles
prevenido de este hecho en días anteriores a la celebración, de modo que no
necesiten improvisar ante del público. Las representaciones no deberían se
demasiado largas para no aburrir a los presentes ya que el principal objetivo
del número es dar la oportunidad de contemplar al grupo al completo, observar
detenidamente sus disfraces y disparar unas cuantas fotos. Entre actuación y
actuación, y mientras se preparan otros actores, se debe subir el volumen de la
música, rellenar las copas o pasar una bandeja con canapés. Lo importante es que no decaiga la fiesta en
ningún momento.
Una
variación divertida consiste en hacer interpretar una canción a cada grupo. Al proponerlo,
unos días antes de la fiesta, seguro que se recibe alguna queja y algún gesto
de contrariedad. Sin embargo, superadas las primeras reticencias, la
experiencia suele resultar altamente divertida para todos los intérpretes.
Generalmente, son los propios participantes los que echan mano de su imaginación
para elaborar las composiciones. Pero en el caso de que la inspiración no se
manifieste, se puede proponer un tema genérico. En este sentido, los temas de
actualidad o de revistas del corazón constituyen un buen recurso.
Una
vez concluidas las representaciones, cada grupo deberá votar al que considere
que mejor lo ha hecho (excluyéndose a sí mismo). El grupo ganador debe salir a
escena a recibir la ovación del público y, si se considera pertinente, repetir
su interpretación. Por supuesto, todos ellos se llevarán a casa un bonito premio (aunque sea de poco valor).
Fiesta de disfraz parcial
A veces, los invitados no tienen la edad o la
disposición necesaria para vestir sus cuerpos con un disfraz completo. Si este
es el caso, pero no se quiere renunciar a la opción del disfraz, se puede optar
por la solución intermedia de solicitar un disfraz parcial, es decir que sólo
cubra una parte del cuerpo.
La zona más habitual suele ser la cabeza en donde
caben gorras, boinas, plumas o pelucas. Sin embargo, también tienen una buena acogida
otros miembros como las manos, el brazo, el cuello, etc. De este modo, los asistentes evitarán muchas
de las incomodidades del disfraz completo sin tener que renunciar
definitivamente a los encantos de la transfiguración. No cabe duda de que, para
ellos, esta solución resulta más barata, más fácil de vestir y más rápida de desarrollar,
exigiéndoles, además, un menor esfuerzo sicológico de pasar un mal trance en
público.
Como disfraz parcial se considerará toda prenda, postizo o complemento que se destaque de los
utilizados habitualmente: una cinta, unos guantes de época, unas plumas de pato, un brazalete, etc. Si muchos de los invitados forman pareja, es
divertido solicitar disfraces en dúos, de modo que los dos miembros de las
mismas incorporen elementos parecidos o complementarios. Por ejemplo:
- gorro de pato/gorro de cazador
- cinta de india/plumas de indio
- pareja de hawaianos
- etc
Para el supuesto de que alguno de los invitados se
quiera escaquear (siempre hay alguno que lo intenta) se deben tener preparados
algunos complementos y colocárselos en cuanto entren por la puerta. Si lo que
se ha pedido es un disfraz de cabeza, hay que conseguir sombreros, pasamontañas o gorros de paja. En su
defecto, se pueden coger unas hojas de periódico y fabricar unos sombreros de
papel. De este modo, se conseguirá que hasta los más reticentes vayan
disfrazados en tu fiesta.
Una interesante variedad de disfraz parcial se da
en la denominada fiesta del peinado en la que todos los invitados deben
modificar la estética de su cabellera de la manera más original posible. Se
puede avisar a los interesados de que quien no cambie su pelo, se expone a
verlo rociado con aerosol de diversos colores, que se habrá comprado para la
ocasión.
Como en el caso anterior, es interesante organizar
una votación al final de la fiesta en la que se corone al invitado mejor
disfrazado. Como cualidades a puntuar, se valorará el buen humor, la
originalidad, así como el trabajo invertido en la elaboración del disfraz.
Fiesta de disfraz de tema único
También
se puede dar nombre a la fiesta con un título genérico que obligue a todos los
invitados a seleccionar un disfraz de una temática común. Este título puede ser
cualquiera siempre que logre mantener el espíritu lúdico y divertido de la
celebración. Por supuesto, es necesario escoger asuntos lo suficientemente
variados o familiares para que todos los invitados encuentren algo que ponerse.
A
continuación, se exponen algunos ejemplos de este tipo:
- Fiesta del pijama. Cada cual debe acudir a la fiesta enfundado
en un pijama, camisón o salto de cama.
- Fiesta adulta/infantil. Los invitados deben vestir como personas de edades antagónicas a
las suyas: los niños-jóvenes como adultos o ancianos y los adultos, como
niños, jóvenes y adolescentes.
- Fiesta romana, griega, egipcia,....
- Fiesta del terror.
- Fiesta años 20.
- Fiesta del rock & roll.
- Fiesta de los años 80
- Etc.
Fiesta del color
Todo
el mundo debe vestir mayoritariamente con prendas del color establecido por el
anfitrión: blanco, negro, rojo, azul, etc. Cualquier color es apropiado, siempre que
resulte relativamente sencillo encontrar prendas del mismo. Si se pide rosa, violeta o bermellón, la respuesta del público será verdaderamente
escasa. En caso de que parezca demasiado complicado que los invitados consigan
conjuntos de un solo tono, puede limitarse a que vistan alguna prenda de
dicho color.
Fiesta de máscaras
Todos los invitados deben
llevar una máscara para acudir a la fiesta. Es decir, todos ellos deben ocultar toda su
cara o, al menos, la parte superior de su rostro tras una máscara.
Es imprescindible que dicho
accesorio forme parte de un disfraz de cuerpo entero, pues, de lo contrario, el
engaño puede quedar desangelado. Por lo demás, resulta indiferente que los
invitados se escondan detrás de caretas, pañuelos, antifaces o
cualquier otro adorno de fabricación casera.
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